miércoles, 15 de febrero de 2017

ESPÍRITU LIMEÑO

La estela de su aroma embriagaba a cada paso los rincones de la estancia; por los poros de su piel rezumaba una mezcla entre almizcle y aromas orientales que transformaban en denso, el aire más liviano. Hijo adoptivo de Sevilla de esencia limeña y espíritu seductor, curtido tiempo atrás a orillas del Rímac.

Piel morena, creció en la barriada del Barranco a golpe de balón y correrías entre sus callejuelas con los chavos del barrio. Mirada perdida al ocaso si sus pasos le acercaban al Callao, achuchado por la nostalgia. La metrópoli le quemaba el alma y a menudo, se aventuraba a imaginar cruzando el Pacífico y adentrándose en las aguas cálidas del Mediterráneo; sus mujeres, se decía….. porcelana en la piel y olor a rocío de fresca mañana en sus cabellos; su corazón apasionado, fantaseaba escenas comprometidas y galopaba entre imágenes eróticas y excitantes que acababan devolviéndole a la realidad con los primeros rayos de sol.

Con la experiencia por montera y la Justicia entre sus manos, partió una mañana al amanecer. En su maletín, sabiduría, fuerza y esperanza. En dirección al Jorge Chávez, se le aceleraba el espíritu que desde hacía tiempo se había tornado inquieto e impaciente. Paolo Vicente emprendía al fin su vuelo; un viaje en pro de la libertad, el honor y la pasión; ingredientes básicos para todo buen comienzo, receta magistral para esa nueva oportunidad que se le coló un día en el destino y con la que tropezó apenas sin darse cuenta.

Oportunidad del destino diseñada para él, creada para ese ímpetu aventurero que albergaba, nacido exclusivamente para su corazón latino, ése que llevaba intrínseco el más dulce y adorable espíritu limeño.