Luz de mayo cruzaba el horizonte rayando el sol de primavera. Sentimiento vespertino, candor de atardecer, paz solariega, sensación de nobleza, bienestar…..
Disfrutaba de los aromas exóticos de la hacienda y con dulzura sucumbía a su embrujo, dejándose llevar por la desidia y el desdén. Cigarra perezosa se repetía y su cuerpo inerte colgaba de una hamaca amarrada a dos encinas. Mecedora embriagadora que con su vaivén le trasladaba a un tiempo remoto, aquel en el que su piel irradiaba tersura y en sus mejillas brillaba la frescura de la juventud.
La vejez no es buena se decía, las arrugas se acomodan en tu piel y hacen de ella su morada, no hay quien se las quite de encima, murmuraba. Te despiertas con el paso del tiempo en tus entrañas y al atardecer te visita la rutina y no puedes por más que dejarla entrar y darle la bienvenida, eso si, sin buena cara y con cierta melancolía; no es buena compañía la costumbre, balbuceaba con semblante triste.
La noche cayó y cubrió el ocaso con un manto de esperpéntica apariencia. No hay noche sin frialdad, ni vejez sin soledad pensaba cabizbajo y entre las tinieblas de su lúgubre habitación se adormeció y se susurró al oído…..mañana, será otro día…., buenas noches amigo…..
Me ha gustado, hacia tiempo que no te leía, toca romper rutinas, pero como se hace sin herir a nadie.
ResponderEliminarMe alegra verte de nuevo por aquí. Bienvenido seas, un abrazo.
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