Comenzaba a llover...., una tarde de abril como otra cualquiera; mi corazón triste, lloraba su ausencia; se alejó de mi sin dejar tarjeta de visita; cerró mi puerta, salió de mi vida casi sin esperarlo, por sorpresa, a traición; me prometió tantas cosas, me entregó su corazón sin condiciones, sus abrazos eran mios, su mirar, su respirar, todo su ser me pertenecía. Su imagen se quedó grabada en mi retina; como me quemaba su recuerdo....
Muy pronto darían las cinco de la tarde en el viejo reloj de cuco de la abuela y su tren partiría para siempre; le rogaba a Dios que detuviera el tiempo, que se parase el mundo, que no hubiera nadie más en la tierra que ese hombre y yo; los dos, juntos, unidos para siempre. El recuerdo de sus manos calientes acariciandome el rostro...., su besos....., su cálida mirada....., su forma de tratarme casi infantil.....; cuanto le echaba de menos.....
Ahora sólo me queda su recuerdo, la añoranza de lo que pudo ser, el sentimiento puro de un amor que se marchitó antes de florecer. No me conformo, no me resigno, no quiero esta realidad; vivir mi sueño con él es lo que quiero, sentir su cuerpo entrelazado al mío, un susurro cómplice al anochecer, su presencia, no su ausencia.
Tal vez el viento me lo traiga de nuevo, cuando germine el trigo y espigado, roce el cielo; cuando la cebada alcance el verdor de los cipreses mojados por la lluvia de primavera, tal vez vuelva a mis brazos con la mirada serena y convencido de su amor, tal vez.....
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